
ALBARDA
Soy mi memoria.
Piel errante,
subsistiendo entre mi último balido
Y mi eterna obligación de partir.
Yo
Dona Albarda
Mariposa inválida de mi forma
sobreviviendo al sueño y al tropel.
Toro en mi torso
-con mis cuernos en vacío
como una antigua furia que se cubre de olvido.
Novillo en mi piel
-deseo limítrofe en mis cascos perdidos
como un antiguo cansando que no llega al recuerdo.
Buey en mi cuero
-testículos arrancados a la sucesión
conjugando solteramente mi amor con la carreta
como una vieja madera conyugal quemada por el viento.
Yo
Doña Albarda
Vaca en mi soledad y piel
-con mis fervientes ubres excluidas de la sed
con el candor de mis pupilas hundidas bajo los ríos
con mi antigua maternidad creciendo bajo los árboles.
Yo
con mi linaje
con mi bandera de muertos
repitiendo el deseo de horironte
caminando
eternamente sonando el tambor de mi piel
como la luna.
Caminando sobre la llanura estúpida y fangosa
caminando
sobre la abierta senda pisoteada
caminando
bajo la lluvia torrendal y lacrimosa
caminando
bajo la garúa susurrante
caminando
bajo el sol insolente y fogonero
caminando
entre la música metal de los lecheros
caminando
tras de la tarde herida bajo el ala
caminando
tras de la noche
caminando
tras de la muerte,
de nuevo caminando...
REPÚBLICA DE POETAS
Mi bandera pretende,
como el cielo,
unir el azul y el blanco.
Equivocados los próceres
quisieron juntar abajo
lo que solamente arriba
se hermana y no siempre.
Pero algo logras, paisano,
izando el cielo en tu mástil,
¡somos un millón de hombres
con la cabeza a pájaros!
NIÑA CORTADA DE UN ÁRBOL
Las aves nicaragüenses se forman de los árboles:
de frutas enternecidas por la lluvia
de hojas suavizadas por el viento
de susurros que la savia amansa
[y pule en trinos.
Mi patria es entendida en vegetales
que cantan; en primaveras
que he besado; en frutales
que tú eres cuando me dices
desde el árbol --¡adiós!-- con mariposas.
(Malacos)
EL ANGEL
De pie, con su estatura de recuerdo,
limpio, como agua erguida a contraluz,
el enamorado de la mendicidad
construye mi biografía.
Amo este ser incansable que me hiere a silencios.
Mas, día y noche, como un perro macilento,
giro alrededor de mi paraíso
donde dejé mi nostalgia
ahora dulcemente mortal.
¡ Si su espada, incandescente de memoria,
durmiera como mi sangre en sus noches!
Pero aquí estás
como álamo empecinado en tu exactitud,
poniendo tu ala lenta, casi fluvial,
sobre mi hombro,
sobre este lugar de carne deliberante y libertaria,
palpando si hay cruz,
si hay al menos un vago dolor cirineo,
y vuelves tu rostro,
tu faz poderosa, como una dalia con la fuerza
intolerable del roble,
como una estrella, con la ira amotinada y luminosa
del relámpago.
(De Poemas con un crepusculo a cuestas)